Una semblanza[1]
El siglo XX solo le llevaba un año de ventaja a Gonzalo de Reparaz Ruiz. Nació en Francia en 1901, no obstante, fue portugués de nacionalidad con ascendencia española, peninsular de corazón y, por sobre todo, ciudadano del mundo. De espíritu integrador y gran observador de su entorno, fue hombre de principios y convicciones. Durante su larga y agitada existencia hizo de la vida su escuela. De la geografía y el hombre, su pasión. “…Mi educación y mis experiencias se iban acumulando: París y San Sebastián, Tánger, y el interior de Marruecos, Portugal y el Congreso de Turismo, París otra vez y luego el mar… Brasil y Argentina… Con ellas íbase formando mi espíritu, cuya lección básica estaba constituida por el ambiente espiritual que irradiaba mi padre, hombre de ideas claras, de espíritu generoso, excepcional conocedor del mundo y de la historia -cosas todas ellas que se desprenden de sus memorias, “Las Aventuras de un Geógrafo errante”.[2] Es así como recuerda Gonzalo, en las postrimerías de su vida en el Perú, los elementos sustanciales de sus primeros 21 años que dejaron en él una huella imborrable y que marcaron toda su existencia.
Hijo único dotado de una extrema sensibilidad, luego de vivir seis años entre Brasil y Argentina, inicia en 1919, desde Buenos Aires, el regreso a Europa junto a sus padres. El encuentro con una Europa devastada por la Primera Guerra Mundial comienza en Holanda y termina en Berlín, en donde inició los estudios de geografía mientras sus padres se instalaban en Suiza a la espera de decidir cuál sería el destino definitivo de la familia. Es en 1922 que la familia entera se instaló definitivamente en Barcelona, ciudad donde su padre mantenía no pocos contactos desde que empezara a colaborar allá en el lejano año de 1878 con la prensa barcelonense.
La llegada de Gonzalo a Barcelona a los 21 años, con una interesante experiencia de vida en siete países y dominando seis idiomas,[3] le permitió no solo adaptarse sino también aprender el catalán muy rápidamente, convirtiéndolo en su lengua primordial. En un medio donde la cultura era importante en todos los niveles de la sociedad y la geografía comenzaba a verse como disciplina propia, empezó a escribir artículos y a publicar libros que merecieron el reconocimiento del público,
En 1977, treinta y ocho años después de que Gonzalo dejara Barcelona, publicó en el Perú un artículo titulado “Cataluña Autónoma” en donde explica “(…) ¿Que por qué escribía yo en catalán? Pues muy sencillo; porque la lengua catalana me pareció fácil de asimilar con la ayuda de las otras lenguas latinas que por suerte conocía”.
Es a partir de ese momento, que sus contactos con la cultura y el ambiente catalán serán íntimos. El joven Gonzalo encuentra los estímulos necesarios para desarrollarse tanto en su profesión como en sus aficiones. Yo, como hija, en la madurez de mi vida y gracias a geógrafos catalanes, comencé a descubrir qué significó Cataluña en la vida de mi padre y cuál fue la importancia de su obra durante los dieciocho años que le tocó vivir en Barcelona. El geógrafo Oriol Nel·lo, identifica su obra en tres campos: el de la historia de la cartografía catalano-aragonesa, tema que renovará completamente a partir de estudios pioneros como el libro Catalunya a les Mars; la geografía regional donde destaca entre otros La Plana de Vic (1928), quizás la obra más conocida en Cataluña y que fuera reeditada en 1982 por la Editorial Eumo. Es gracias a este libro que se le considera uno de los introductores de la geografía moderna en Cataluña, además de los estudios de hidrología y climatología de España que lleva a cabo; y el de la geografía política, con aportes menos conocidos donde analiza la relación sociedad–territorio de su tiempo, como “Pobreza y atraso de España”.
Pronto vinieron momentos difíciles y dolorosos, marcados por la separación definitiva. Gonzalo y sus padres tienen que salir exiliados de Barcelona en 1939 instalándose primero en Francia. Sus padres marchan a México en donde fallecen ese mismo año. Gonzalo se instala en Prades con una familia a cuestas, a la espera de encontrar una nueva oportunidad en su vida que le permitiera subsistir. En 1940 obtiene la posición de profesor en la Universidad de Burdeos encargándose de la enseñanza de “Historia de los descubrimientos españoles y portugueses” y de “Economía íbero-americana” hasta 1947.
Transcurrieron los años de guerra, bombardeos y hambre, pero cuando el final de la guerra llegó se presentaron nuevas oportunidades. Con ellas vino el traslado a París en 1947 para asumir un alto cargo en la Unesco que le brindará la oportunidad de volver al continente donde vivió en su juventud. Llega al Perú en 1951 como jefe de la Misión de Asistencia Técnica de dicho organismo internacional. Cargo en el que permaneció casi diez años. Con esa energía y entusiasmo que siempre lo caracterizó, entra en contacto rápidamente con la realidad peruana lo que le permitió realizar importantes aportes tanto en el campo de la asistencia técnica como respecto a las zonas áridas y sus ríos.
Es así que el Perú, país de su elección y predilección, siguió siendo fuente de inspiración y de estudio, tanto por sus visitas a lo largo y a lo ancho del país como por las largas investigaciones documentales sobre la historia económica y social de los siglos XVI y XVII. Durante este tiempo fue invitado por universidades alemanas y francesas para dar a conocer los resultados de estas investigaciones. No ajeno a su espíritu viajero, fue uno de los pioneros en tener la mirada del Perú como un único destino turístico. Fue un gran promotor de las riquezas arqueológicas, históricas y geográficas: escribió las primeras guías turísticas del Perú y publicó postales con las fotografías tomadas por él durante sus viajes y aventuras estudiando los caprichosos ríos de la costa peruana.
Para finalizar, comparto la emoción que Gonzalo tuvo cuando dos años antes de su partida definitiva la editorial Eumo de Vic reedita su libro La Plana de Vic (1982). Luego de 43 años, su obra seguía vigente y él, recordó con profundo cariño, algunas anécdotas en catalán que vinieron a su memoria. Con una fecunda vida, días antes de fallecer en 1984, recibió la más alta condecoración del gobierno peruano: la Orden del Sol, como reconocimiento por todos los aportes que tan insigne ciudadano del mundo diera al Perú.
Antes de terminar no quiero dejar de compartir un hecho muy importante, que es el retorno de parte de los libros y papeles que salieron de Barcelona en 1938 y que desde el año 2005 se encuentran en su integridad en el Institut Cartogràfic y Geologic de Catalunya (ICGC). Siendo varios los proyectos que hasta la fecha se han ido concretando como la exposición fotográfica titulada “El Perú de Reparaz” expuesta en el ICGC en el 2007; el documental sobre su vida y obra, lanzado en el 2008 por la productora Manual y que se transmitió por TV3 de Cataluña. Y, como más reciente proyecto, el ICGC y la Universidad de Piura publicaron en el 2014 la obra inédita Los Ríos de la Zona Árida Peruana, libro escrito a fines de los años sesenta y que gracias al ICGC salió del anonimato casi cuarenta años después.
Hoy, en una época en donde las palabras modernidad, visión, globalización e innovación entre otras forman parte del siglo XXI que nos ha tocado vivir, veo con admiración al hombre que anduvo de la mano con el convulsionado siglo XX. Sobrevivió a las vicisitudes. Fue un estudioso e incansable investigador y como dijo un político peruano en homenaje a su persona luego de fallecido: “… don Gonzalo (que apropiado resulta llamar de ese modo añejo a quien fuera un caballero a la antigua y un señor a las derechas), era punto de coincidencias de sangre y de ideas de Portugal y España. Un auténtico europeo, antes que se inventara la Comunidad, y sobre todo un ibérico integral (…) quien quiera igualar semejante hazaña, deberá repetir los pasos infatigables de ilustre lusitano. Para ello, tendrá como sólidas e ilustrativas referencias a las guías que escribió este sabio cabal, íbero sin fronteras e insigne admirador y estudioso de la ardua geografía de nuestra patria.”
María del Carmen de Reparaz Zamora
[1] Artículo publicado originalmente en inglés en la revista Catalan International View a European Review of the World. Barcelona, n. 25 (invierno 2016-2017): 64-67.
[2] Su padre fue Gonzalo de Reparaz Rodríguez, geógrafo, político y diplomático (1860 – 1936).
[3] Conocía además del castellano, el portugués, francés, alemán, italiano, inglés y tenía nociones de árabe.